El niño como enfermo
- Coincidir Psicología
- 8 ene 2023
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Actualizado: 3 jun
Los factores para que un niño comprenda su enfermedad son: edad, síntomas, grado de dependencia a tratamiento como hospitalización, rehabilitación, dietas, restricciones lúdicas y sociales.
Los niños conceptualizan su enfermedad como a continuación se explica:
- menor de 4 años: en las primeras visitas al hospital puede creer que si no ve a su mamá, ella no volverá y teme a la separación y abandono. Es difícil que puedan distinguir entre lo real y la fantasía. Si escucha que le salió un “hematoma” puede imaginarse qué es y qué puede generar.
- 4 a 6 años: no saben aún qué es la enfermedad, temen al dolor corporal o al equipo médico, tiene periodos de llanto, enojo y desesperación por permanecer en hospital, puede rehusarse a procedimientos médicos; tienen mayor tolerancia a la separación de padres, pueden interpretar la enfermedad como castigo por haber hecho algo mal.
- 6 a 10 años: piensa que todas las enfermedades son iguales, es capaz de referir síntomas, causas y consecuencias, hay preocupación por separación del grupo de compañeros; perciben la enfermedad como causa externa pero localizada en cuerpo y les preocupa la recuperación, se le dificulta la adaptación a la hospitalización, es vulnerable ante el estado o muerte de otros pacientes, puede manifestar sentimiento de soledad, así como síntomas de ansiedad y depresión.
- 10 a 13 años: puede diferenciar enfermedades y el concepto abstracto de enfermedad porque incluye: explicación de síntomas evidentes, síntomas aislados, proceso de curación, función de medicamentos, puede interpretar enfermedad como agresión interior (síntomas) o agresión externa (familia y equipo médico por imposición de dietas, tratamientos dolorosos y hospitalización). Si acepta la enfermedad participará en tratamiento. Si rechaza activamente será agresivo u oposicionista hacia equipo y tratamiento por amenazar la independencia que había alcanzado. Si rechaza pasivo se tornará indiferente.
Es importante recordar que la red de apoyo de un niño son: sus padres (incluye las parejas de sus padres), hermanos, abuelos, tíos, primos, amigos, compañeros, profesores, vecinos, mascotas.
Los niños tienen derecho a ser hospitalizados solo si no se puede cuidar en casa, siendo acompañado, informado en función de edad, desarrollo mental y estado afectivo, tienen derecho a no recibir tratamientos inútiles, a ser atendido por personal capacitado, disponer de muebles y equipo acorde a sus necesidades de cuidado; tienen derecho a la educación escolar así como espacios de esparcimiento.

Se sugiere a familiares y amigos no compensar ni sobreproteger porque los niños pueden generar inseguridad, pérdida de control sobre su propio cuerpo y actividades, conductas regresivas (mostrarse como si fuera más pequeño), dificultad para dormir, no querer comer, aislarse, falta de tolerancia a la frustración, dificultad en relaciones sociales o en la reintegración a su medio, dificultad para resolver problemas.
De igual forma se debe tener precaución con la forma en que se le pide participe en su tratamiento pues es posible generarle miedo al abandono por sentirse condicionado (por no aceptar algún procedimiento, comer).
En COINCIDIR atendemos a niños en las siguientes circunstancias:
- Niños con padecimientos serios pero en tratamiento curativo que tanto puede ser exitoso como puede fallar.
- Niños con enfermedades en las que puede ocurrir una muerte prematura, pero un tratamiento intensivo puede prolongar su vida
- Niños con procesos irreversibles, pero no progresivos, empeora por complicaciones y lleva a muerte prematura.
- Niños en condición de enfermedad progresiva y tratamiento exclusivamente paliativo por muerte inevitable.
Les apoyamos en el curso de la enfermedad y tratamiento para que participe en su adherencia, decisiones, se adapte al entorno, identifique y exprese sus preocupaciones y sentimientos e ideas sobre la muerte, transmitiéndole que son comprensibles y adquiera autoconfianza, exprese sus preocupaciones e ideas sobre la muerte.
La intervención psicológica ayuda a evitar la conducta con ganancias secundarias, miedo al abandono, pérdida de identidad, conductas regresivas (mostrarse como si fuera más pequeño), dificultad para dormir, no querer comer, aislarse.
Tras experiencias de enfermedad propia o ajena los niños se cuestionan acerca de la vida y muerte: ¿Qué es morir? ¿Yo moriré algún día? ¿Mis padres también morirán? ¿Qué pasa con el cuerpo? y conceptualizan la muerte de la siguiente manera:
1 - 3 años: La muerte equivale a partir, el temor principal es abandono o separación de padres o cuidadores principales, viendo la muerte como un hecho de violencia. Necesita el vínculo por seguridad y afecto.
4 años: Morir es estar dormido. Presenta ansiedad por separación e irritabilidad.
5 - 6 años: La muerte es como dormir, no es definitivo.
7 - 9 años: Temen quedarse solos, crean fantasías sobre vida después de muerte.
10 años: La muerte es irreversible.
Los niños se acercan al tema de la muerte al enterarse de pérdidas de familiares y amigos, en tales circunstancias se debe hablar con la verdad para hacerlo sentir tomado en cuenta ya que de lo contrario es posible que presente angustia que puede o no externarse en algún síntoma.
Se recomienda aproximar a un niño al tema de las pérdidas en el rutinario:
1. Hablar antes de que se vea emocionalmente involucrado en una situación de duelo (al pasar frente a un cementerio) o utilizando analogías (ante una flor muerta o mascota)
2. No ligar una contrariedad con la muerte ("tu mal comportamiento me va a matar")
3. Explicar de acuerdo con la edad cronológica e intelectual y herramientas emocionales del niño
4. Utilizando la palabra muerte sin ligarla con un viaje o con el sueño de allí pueden derivar trastornos para dormir
5. No esconder el sufrimiento tras una pérdida, es valioso mostrar con naturalidad los sentimientos haciéndolos válidos y legítimos.
6. Dar oportunidad al niño de hablar de la persona que se murió.
7. Si la familia es creyente, transmitir al niño la tranquilidad que ofrece la espiritualidad
8. Reforzar la irreversibilidad de la muerte para evite falsas expectativas de retorno
9. Avisar en la escuela del suceso.
10. Si un niño muestra ansiedad por separación, refuerce que no lo abandonará con palabras y con hechos (comparta las actividades y la hora de regreso)
11. Dejar en claro los roles familiares para que no trate de asumir el papel de quien murió
12. Observe cambios de conducta ya que puede tener: negación, malestar corporal, relaciones hostiles contra el fallecido o hacia los demás, adopción de los modales del fallecido, ansiedad, pánico, culpa.